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El cuarteto CRAASS y la búsqueda de la perfección

Escrito por Juan Miguel Morales. Publicado en Festivales y Audiciones

El Sábado 14 recibimos en nuestro ciclo MÚSICA DE CERCA a cuatro artistas jóvenes y entregados que han llegado lejos en su formación musical. No en vano forman parte de un cuarteto, el CRAAS, que se creó hace cuatro años para distinguir a los mejores alumnos de José Cruzado, profesor de Música de Cámara del CPM Arturo Soria de Madrid. No sabemos si será una de sus enseñanzas, pero Rodrigo, Álvaro, Pablo y Teresa tienen en común su entrega total y su espontaneidad. Un valor importante que ojalá sepan conservar a lo largo de sus carreras. El compositor Rodrigo Buenestado probablemente ha visto eso mismo en ellos, y por eso les dedica su “Cuarteto Oscuro”, que se estrenará este año.

cuartetoCRAASS

Comenzó el concierto con uno de los cuartetos de la Opus 18 de Beethoven, su primera etapa musical. Aunque en él se aprecian algunos rasgos de su carácter, aún no es el Beethoven desbordante de etapas posteriores. Fue una fantástica introducción para un recital que se volvió extremadamente intenso con el cuarteto “Serioso”, también de Beethoven, y con el nº1 de Brahms, tras una demostración simpática sobre la diferencia entre las tonalidades mayores y menores que el público recibió con carcajadas. La mayoría de los cuartetos de Beethoven están escritos en Do menor, y Brahms eligió también esta tonalidad para su primer cuarteto, que le costó una lucha consigo mismo y contra su afán perfeccionista. Nacido a la sombra de Beethoven –una sombra sumamente alargada–, de sus sinfonías tan demoledoramente innovadoras, pero también de sus obras para cámara, Brahms destruyó innumerables cuartetos antes de decidirse a publicar este. La propia Teresa Gutiérrez, la chelista del CRAAS, lamentó este hecho. La búsqueda de una personalidad musical propia y de la dichosa perfección, ese ideal inasible que tanta infelicidad ha causado y sigue causando, provocó estragos en Brahms y en el Arte, al privarnos de la más que probable belleza de esas primeras contribuciones suyas al repertorio de cámara. 

El perfeccionismo también puede ser un gran enemigo del intérprete, que debe afrontar continuamente el dilema de atender primero a lo técnico o a lo artístico. Lo técnico es lo seguro, el refugio donde uno puede limitarse a reproducir lo que ha mecanizado en los ensayos. Pero el Arte está en el riesgo, en la entrega al momento presente y al entreverado único de emociones que le recorren el cuerpo en cada instante. El objetivo del artista es dominar la técnica para liberarse de su yugo y empezar a hacer arte, el que sale del corazón, el único que tiene valor. El Músico se la juega en cada aparición, perdiendo la oportunidad de rectificar una nota tan pronto la toca o la canta. En la Música de Cámara, y en la formación de cuarteto en particular, donde el músico no tiene una orquesta donde esconderse, esto es especialmente cierto. 

Como dijo John Ruskin, él mismo artista y crítico de arte, desterrar la imperfección es destruir la expresión, oponerse al esfuerzo, paralizar la vitalidad. Celebramos la vitalidad de estos jóvenes y les auguramos el mejor de los futuros si continúan buscando la belleza no en la perfección, sino en la expresión. Su vitalidad, individual y como conjunto, fue el mejor de los regalos que nos dejaron el Sábado.